Deficiencia de hierro o magnesio, exceso de agua, ataque de plagas, mala exposición o cambio brusco de temperatura. Aquí están, entre otras, las causas comunes del amarillamiento de una planta. Pero no se asuste, aquí hay algunas acciones esenciales contra el amarillamiento de las hojas.
La cantidad correcta de agua
En la mayoría de los casos, el amarillamiento de las hojas es causado por demasiada o muy poca agua. Sí, el riego abundante bloquea el oxígeno en el suelo. Como resultado, las hojas se vuelven amarillas y la planta se pudre. Para evitar esto, riegue solo cuando la superficie del suelo esté seca. También puedes confiar en el peso de la maceta: si es demasiado ligera, es hora de regar y viceversa. También puedes poner bolas de arcilla y/o piedritas pequeñas para facilitar el drenaje.
Fertilizar en el momento adecuado
Las hojas amarillentas a veces pueden indicar una deficiencia de hierro (llamada clorosis) o magnesio, por ejemplo. Para proporcionar a tu planta todos los nutrientes que necesita para prosperar, puedes fertilizarla de marzo a octubre, que es durante el período de crecimiento activo. Y para evitar el uso de químicos, puedes optar por estos fertilizantes naturales y caseros.
Ahuyenta las plagas
Algunos insectos, como los psílidos y los pulgones, pueden dañar las plantas. En caso de ataque, tendrá hojas que se vuelven amarillas. Para ahuyentar a estos pequeños no deseados, puede colocar plantas aromáticas muy fragantes alrededor de su planta (lavanda, menta, albahaca) o rociar jabón negro sobre las hojas enfermas una vez al día (mañana o tarde).
Una buena exposición
Puede que no lo sepas, pero los cambios repentinos de temperatura y las corrientes de aire frío pueden hacer que las hojas se vuelvan amarillas. Para solucionar este problema, nada más sencillo: mantén tus plantas alejadas de las ventanas (especialmente si están abiertas en invierno) y evita la exposición a pleno sol (especialmente las plantas que deben estar expuestas a sombra parcial).
