Las orquídeas se han ganado un lugar muy especial en el corazón de muchos jardineros durante los últimos dos siglos, en particular. Sus 600 géneros y más de 30.000 especies son un indicador de su enorme variedad y aunque las orquídeas tienen fama de quisquillosas, no lo son. Evidentemente, si nos dedicamos al cultivo de las especies “más fáciles”, porque las hay realmente complejas de mantener. Las que tenemos más cerca y que solemos ver con facilidad en centros de jardinería y viveros suelen requerir unos cuidados bastante básicos que están al alcance de cualquier principiante.

Muchas de estas especies comercializadas son epífitas y necesitan un suministro regular de nutrientes para crecer. El fertilizante para orquídeas debe contener altos niveles de potasio y calcio en su formulación. Nutrientes que no puede tomar del sustrato sobre el que se cultiva este tipo de orquídeas y que debemos aportar. Existen muchas fórmulas comerciales, pero queremos mostrarte algunas recetas caseras para que tus orquídeas no sean el principio de tu ruina.

Con las cáscaras de huevo que utilizamos en la cocina podemos preparar un abono rico en calcio para nuestras orquídeas. Solo tenemos que lavarlos bien y dejarlos secar. Luego las trituramos, cuanto más finas mejor, y las espolvoreamos sobre las raíces de las orquídeas.

 

También en la cocina podemos encontrar más nutrientes para nuestras orquídeas. El agua de cocción de la patata nos aporta una buena concentración de calcio y potasio. Y el agua de cocción del arroz es rica en vitamina B. Esta agua se puede almacenar en el refrigerador y usar cada dos semanas para regar las orquídeas.

Otra fuente muy interesante de calcio es la leche de vaca. Podemos diluir 1 parte de leche en 4 partes de agua y usarla para regar las orquídeas cada dos semanas. La melaza puede dar a las orquídeas un buen impulso de potasio. Basta con añadir una cucharadita a 2 litros de agua de riego.

Una cucharadita de sales de Epsom en 2 litros de agua nos aporta una buena cantidad de magnesio. Para ello debemos utilizar sales de Epsom puras, sin aromas.

También podemos utilizar bolsitas de té usadas. Las secamos y abrimos y esparcimos los restos sobre la base de la orquídea una vez al mes aproximadamente. Otra receta popular es usar té de hojas de roble. Mezcla 1 parte de agua con 2 partes de hojas y déjalo al sol durante dos semanas. Pasado este tiempo, disponemos de un rico abono líquido para regar nuestras orquídeas.

Tenga en cuenta que la fertilización de las orquídeas debe ser ligera y trate de no excederse en todo momento. La ingesta excesiva de nutrientes puede ser fatal para ellos. Así que usaremos como máximo dos de estos remedios al mismo tiempo, repito, no es una cuestión de más es mejor. Más vale no acertar y demostrar que no es al revés. Es fácil darse cuenta de que nos estamos pasando con la fertilización de nuestras orquídeas. Se observará una costra blanca en la base de la planta y las puntas de las hojas se secarán y las raíces se ennegrecerán. Una vez al mes, es recomendable lavar la jarra para eliminar el exceso de sales que se hayan acumulado en ella.

Y también hay que tener en cuenta que estas recetas caseras seguro que no serán suficientes. Una cucharada de fertilizante NPK 20-20-20 diluida en 4 litros de agua aplicada mensualmente será el complemento ideal para las orquídeas más desnutridas.